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La interpretación de Copenhague
de la mecánica cuántica provoca paradojas, al menos aparentes, cuando se
intenta aplicarla al mundo macroscópico. Estas dos son las más conocidas:
- Paradoja del gato de Schrödinger. Se introduce en una caja opaca un gato vivo, un átomo radiactivo, una ampolla llena de ácido cianhídrico, y un dispositivo que rompe la ampolla si el átomo radiactivo se desintegra. Si la ampolla se rompe, el gato muere. Si no se rompe, vive. Mientras la caja está cerrada, la interpretación de Copenhague de la mecánica cuántica nos dice que el átomo radiactivo está en una superposición de estados, desintegrado e intacto, hasta que alguien lo compruebe, en cuyo momento la superposición de estados colapsa en uno de ellos. Pero entonces, mientras la caja está cerrada, el gato tiene que estar en una superposición de estados: vivo y muerto. ¿Puede un gato estar vivo y muerto a la vez? La intuición nos dice que no, pero la interpretación de Copenhague de la mecánica cuántica nos dice que sí. Esta paradoja, como indica su nombre, fue propuesta en 1935 por Erwin Schrödinger, uno de los padres de la mecánica cuántica.